Fernando Ramírez, un médico egresado de la Universidad Veracruzana quien actualmente cursa la especialidad en anestesiología en un hospital público de la Ciudad de México, pasó de pagar una renta de $1,500 pesos en Xalapa, Veracruz, a una de $8,000 pesos, en la Ciudad de México, más los gastos fijos de luz, agua y gas, así como el gasto de alimentos.
La pandemia vino a desequilibrarlo.
“De por sí llegar de provincia es un poco difícil por los gastos, ahorita con el COVID-19 encima, se complica todo”, dijo Ramírez.
Cuando muchos estudiantes decidieron emprender el camino hacia sus estudios lejos de casa antes de 2020, no contaban con que llegara un estado de emergencia a causa de una pandemia.
Cuando sucedió, decenas de comunidades estudiantiles se vieron obligadas a traspasar sus actividades a un formato digital. Al mismo tiempo, quienes estaban lejos del hogar muchas veces tuvieron que mantenerse, pagando rentas más altas.
“No, no es fácil y en este momento de pandemia menos. Me vine emocionado porque es algo que yo deseaba y se me dio. Ahora debo administrar muy bien mis ingresos para no tener que pedir a mis papás o a mis hermanos”, dijo Ramírez.
Muchas personas en esta situación ya habían hecho un esfuerzo económico para poder instalarse fuera del estado de dónde provienen dentro de la República Mexicana. Si su situación era precaria y compleja, ahora lo es mucho más.
Regresar a su lugar de origen no siempre es una opción. “El reto es adaptarse o volver, y yo no puedo darme ese lujo por el momento”, dijo Ramírez.
Ahora, para muchos estudiantes, se está mostrando difícil regresar a actividades presenciales. Primero, la situación sigue incierta respecto a la reapertura. Si se encuentran lejos de la escuela y sin posibilidad económica de hacer una vez más una mudanza, pueden perder clases, becas y hasta su lugar en el sistema universitario.
Érik Santos, estudiante en la Ciudad de México cuya familia vive en Hidalgo, dice que pudo regresar a casa con sus padres al comienzo de la pandemia. Pero ahora que todo vuelve a abrirse, tiene que buscar otro lugar donde vivir en la ciudad, pues el departamento que compartía antes ya no está disponible.
“Me era difícil cubrir la renta antes; ahora, todo está más caro”.
Llegar a un lugar totalmente nuevo y diferente siempre implica retos. Los estudiantes foráneos experimentaron un drástico cambio en sus estilos de vida como adultos independientes. Han tenido que realizar ajustes para sobrellevar esta época.
“Un cambio que tuve que hacer es en las marcas que solía usar, por decir algo, ahora uso productos de marca propia de Walmart porque son más baratos que las marcas comerciales”, dijo Ramírez. “Hago lo mismo con galletas del [la tienda] OXXO; son más baratas”.
Muchas buscan trabajos de medio tiempo, pero con la contingencia y el recorte de personal en muchas empresas, esta opción pasó a un segundo o tercer plano.
“Además, perdí el puesto de asistente de laboratorio que tenía [en la universidad], donde me bajaban la colegiatura a cambio de unas horas trabajadas”, dijo Santos.
Otra cuestión es la lejanía. Quienes dejan atrás su lugar de origen pueden sentirse solos, aunque también encuentran apoyo.
“Sinceramente son muchos, muchos, los sacrificios que tienes que hacer como foráneo; claro está que en el camino te encuentras personas que te hacen más amable la estadía, eso es bonito porque estás acá solo, con tu familia lejos, en medio de una pandemia”, dijo Ramírez.
Uno de los atractivos principales que llama la atención a los estudiantes que llegan de otras ciudades es el poder involucrarse en actividades culturales, deportivas y recreativas. Sin embargo, una vez más el encierro por la pandemia truncó con la posibilidad de conocer gente nueva y ocupar el tiempo libre.
Estos estudiantes, como todos los mexicanos, anticipan el ‘regreso a la normalidad’, algo que podría tardar en llegar, o nunca llegar del todo.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)
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